Ahora la banda está tocando en: Revista Sic


Mujeres antes de las once entran gratis.

Ante de las doce el cuarto trago es gratis.

Traigan su propio dramamine.

El Principito hubiera sido mas feliz si hubiera tenido un girasol.

La futilidad de sentir amor hacia una fotógrafa

El amor es una de esas cosas (de tantas) que nos hace sentir Humanos, por medio de la cual nos sentimos inútiles a la vez que todopoderosos, por medio de la cual apreciamos el sentido de nuestra fragilidad. Por lo humano, rebasa nuestra capacidad de decisión, de todo intento de juicio racional; por amor, perdemos el control. Por principio, el amor es eso: ser incapaces de tomar las riendas, ser devorados por algún impulso inutilmente explicable. "Caída Libre" es una expresión paradójica: si caemos de manera definitiva e incontrolable, no hay posibilidad de decisión, de libertad. Siempre estaremos atados a la ley de gravedad.

El amor, como esfuerzo o idea, siempre es inútil, incapaz de explicaciones o teorias, bien protegido de las palabras y las ideas. Es una lucha perdida, no porque no valga la pena, sino porque de antemano hemos decidido rendirnos. Muestrame alguien que se haya negado al amor, y yo te mostraré a un ser triste. Y cobarde.

De tantas posibilidades de amor, una muy necia es la de caer rendido ante una fotógrafa. Les advierto. No de alguien que tome fotos, si no que esté obsesionada por, que vea el mundo a través de los ojos de, que respire como. De alguien que no tenga ojos si no ventanas, no párpados, si no cortinas. De alguien que se detenga en medio de la calla a recoger sombras.

Y no importa cuánto la ames, ni por qué (ni siquiera si es por los motivos correctos, suponiendo que haya tal cosa como motivos correctos). El amor será inútil, no porque sea amor, si no porque a pesar de los pesares, de que te esfuerces, de que amanezcas cada día queriendo ser mejor y lo logres, siempre serás nada más que un objeto en el que se refleja la luz.

Y a pesar de que ella te mire con sus ojos Canon, no te estará mirando a ti, estará mirando como el sol, o el bombillo, o la vela, crea sombras en tu perfíl o ilumina tu mirada enamorada o alumbra tu cabello despeinado.

Y si, aun así o por eso, te sientes mal, habrás fracasado:

lamentandote ser sólo luz, para un ser en que sólo la luz existe.

Hoy si ya estoy a punto de despellejarme de una vez por todas. Tengase.

Ad uno al infinito; es hora de conjurar lo imposible.

Hoy he amanecido con nuevos rasguños, debajo de los dos pulgares de mis dos manos.

Hoy una nueva cortada en alguno de mis dedos; pequeña, incapaz de alarmar a alguien. Bonitas si son las servilletas con las que paré la sangre. Pero es muy bobo guardarlas porque lo que ahora veo carmesí luego se vuelve café. El color de la sangre es mi favorito, pero la única manera de mantenerlo es mantenerse sangrando. Tal vez por eso también me gusta.

Todos los días me corto un poquito, pero en partes donde no sale sangre. Pero lo bueno de que las heridas del espíritu son invisibles es que nadie se puede sentir atraído por ellas, no se corre el riesgo de que me regalen lástima, ni que nadie se preocupe de más.